Cómo saber el valor que tenemos
Es muy probable que hayas escuchado cómo alguien intentaba motivar a otra persona diciéndola frases tipo: “tú vales” o “puedes con todo”. Estas frases pueden sernos útiles en un momento dado, pero a la larga no tienen de mucha utilidad. ¿Por qué? Porque si alguien no sabe el valor que tiene, da igual cuánta gente se lo diga o da igual cuántas veces se lo digan.
Para querernos, o para saber el valor que tenemos, no debemos centrarnos en las creencias de “yo valgo” o “yo puedo”. Es cierto que estas creencias actúan como afirmaciones e impulsan nuestra autoestima, pero no dejan de ser eso: creencias.
El nivel mental que recoge verdaderamente el potencial de una persona es el nivel de capacidades. Este nivel almacena la información de las estrategias que poseemos. Para que puedas situarlo, la pirámide mental es la siguiente:
Como puedes ver, las creencias se basan en las capacidades. Es por ello que da igual cuánto podamos creer que podemos o que valemos, que si no sabemos esas estrategias mentales que nos permiten conseguir lo que queremos, no vamos a instalar correctamente la creencia.
Cuando queremos motivarnos o animar a alguien, no solo tenemos que decirle que puede con todo (es obvio que se lo diremos), sino hacerle ver esas cualidades y capacidades que tiene que son buenas y que pueden destacar frente al resto. Estas capacidades las debemos sistematizar de la siguiente forma:
- Localizar la capacidad que queremos potenciar.
- Destacar su utilidad en un determinado campo.
- Repetir la capacidad cuantas veces sea necesario.
El primero punto parece lógico, pero no lo solemos hacer correctamente. Tendemos a hacer de todo pero a la vez no hacemos nada. Es por ello que tenemos que saber exactamente qué capacidad tenemos que potenciar. Por ejemplo, no es lo mismo “cocino bien” a “hago el mejor costillar que has podido probar”.
Sobre el segundo punto, tenemos que saber cuál es nuestro público objetivo y quién va a valorar lo que somos. Muchas veces sucede que no se trata de nosotros, sino de nuestro entorno que no es acorde a nuestra personalidad y por eso no nos valoran. Está bien, es normal, pero es un indicativo de que tenemos que buscar un nuevo entorno. Si, por ejemplo, tu mejor capacidad es la de diseñar interiores, para que pueda ser valorada tendrás que enseñarla a personas que busquen armonía en su hogar, no a personas son síndrome de diógenes.
Sobre el tercer punto, para realmente saber el valor que tenemos, tenemos que estar seguros de nuestros resultados. Y eso lo conseguimos practicando. Si, por ejemplo, empiezas a realizar postres. El que hagas uno bien no significa que si haces 100 más, van a quedar igual. Es por ello, que te vas a valorar más si te enfocas en aquello que eres capaz de repetir con el tiempo.