Cómo superar la pérdida de un ser querido
A todos nos ha pasado o nos va a pasar. Da igual cuánto tiempo sea, que tarde o temprano perderemos a alguien que es importante para nosotros, a alguien a quién queremos.
Ya sea para superar a un ser querido o para tener relaciones más sanas con nuestro entorno, vivir sin apego es uno de los principales objetivos para estar emocionalmente bien.
Pero… ¿por qué vivir sin apego?
Si miramos lo que fuimos en un pasado y lo que somos ahora, todo es distinto. Da igual que hayamos intentado conservar los mismos hábitos o la misma decoración. Tanto nosotros como el exterior está en un cambio permanente y nada es igual que antes.
Intentar que todo se mantenga igual, aferrarnos a personas, objetos o situaciones se trata de algo que no es natural. De igual forma que el agua necesita movimiento para que no se estanque o de igual forma que el viento necesita moverse para oxigenarse, nosotros necesitamos cambiar lo que somos y el entorno que nos rodea para evolucionar.
¿Cuántas veces habéis escuchado a alguien que lo tenía todo y no se sentía completo? ¿Cuántas veces la monotonía ha podido romper relaciones? ¿Cómo una vida sedentaria potencia el que enfermemos? ¿Cómo el no pasar página hace que no avancemos?
Si miramos los éxitos que hemos tenido en la vida, aquellos momentos que nos han hecho sentir felicidad o nos ha ido bien, han sido a partir de un cambio. De tomar lo antiguo como obsoleto para crear algo nuevo totalmente distinto o perfeccionado. La transitoriedad que vivimos es lo que hace que avancemos día a día y no el aferrarnos a lo que hemos sido.
El entorno cambia y debemos de cambiar con él, sea cual sea nuestro estado de ánimo. Cuánto antes nos adaptemos, antes estaremos bien. Si prolongamos ese cambio, estaremos estancados hasta que algo o alguien nos saque de ese estado.
Al perder a alguien no sólo perdemos a una persona, sino lo que esa persona nos daba. Es por eso por lo que nos sentimos vacíos, desorientados, tristes o sin apoyo. Hemos perdido una pieza que nos complementaba, no sólo a una persona.
Tendemos a relacionarnos con aquello que es afín a nosotros. Ya sea por sangre o por elección nuestra, buscamos personas con mismos gustos, costumbres, valores, hobbies o situaciones. Personas que refuercen lo que somos. Que nos completen. Que nos guíen. Que nos apoyen.
Entonces… ¿cómo se genera el apego?
El apego se genera al depender de otros. Queramos o no, cuando nos relacionamos durante mucho tiempo con alguien, sus costumbres, gustos, vicios o valores pasan a formar parte de nuestra vida. Si perdemos a esas personas, esas partes que nos daban, se quedan vacías. Cuando no la tenemos, echamos en falta lo que nos da, el cómo llena nuestro ambiente.
Sentimos perdida cuando perdemos algo que es nuestro o que nos complementa. Pero en cambio, cuando perdemos a alguien que nos hace daño o nos divide, solemos sentir alivio. Por eso es que el apego surge cuando creemos que no somos capaces de tener lo que la otra persona nos da, cuando carecemos de esos hábitos. Y es aquí donde empieza nuestro trabajo.
No se trata de olvidar, sino de sanar. Se trata de localizar exactamente aquellos momentos en los que dependíamos de esa otra persona y hacerlos nuestros. El tiempo hará el resto.
Lo más común es sentir soledad, ya que dependemos de otras personas para estar completos. Por eso es que el primer objetivo es estar contentos con nosotros, saber que valemos, que estamos donde estamos por nuestros logros, que si hemos sido felices ha sido por nosotros y no por el resto. Si miramos al pasado veremos que hemos sido capaces de superar cada obstáculo que se nos ha presentado, en mayor o menor tiempo, pero se ha superado. En esos momentos hemos podido sentir bloqueos o miedos que nos impedían avanzar, pero tarde o temprano conseguimos pasar página y ser distintos a cómo empezamos.
El segundo objetivo consiste en ir viendo qué nos aportaba la otra persona y en qué momentos, para así sustituirlos. Sí… sustituir. Al margen de la moralidad, el objetivo es estar bien nosotros. El reemplazar hábitos o costumbres no hace que no queramos a un fallecido ni que éste no haya sido importante en nuestra vida. Hace que podamos pasar página y que podamos estar bien. Que podamos ser autosuficientes al crear nuevos hábitos que dependían de otras personas y no de nosotros. Socialmente se inculcan creencias que no son productivas y van en contra de lo que necesitamos. Hay grupos que ven el que alguien muera como una evolución y algo positivo, mientras que otros grupos lo ven como el fin y la llegada de la nada. De ti depende qué creer, ya que vas a ser tú quien va a sentirlo. Si alguien de verdad te quiere, desea que estés bien, no mal.
Si somos personas que dependen emocionalmente de otras, el trago será peor que si somos emocionalmente independientes. Por eso es que de cara a un futuro, nuestro desarrollo personal va a ir orientado no sólo a la consecución de los objetivos sino a poseer de mejor inteligencia emocional. Al mirar a nuestro alrededor, aquellas personas que son autosuficientes, felices y que consiguen lo que quieren son las que poseen de una gran inteligencia emocional.
No se trata de no sentir ante perdidas u obstáculos en la vida, sino de levantarse lo antes posible para seguir el camino y eso requiere trabajo.
Entonces… ¿actualmente tienes las herramientas para levantarte?