El mito de la zona de confort
La zona de confort es la zona que psicológicamente estamos a gusto, en la que controlamos la mayoría de las variables y en la que sabemos defendernos. A la hora de trabajar nuestras limitaciones se suele decir que debemos salir de nuestra zona de confort, conocer nuevas cosas que abran la mente y esto, poco a poco, hará que nuestros hábitos cambien. Esto es cierto a medias.
Para poder entender la media verdad, usaremos la metáfora del elefante de circo.
Las crías de elefante, cuando son compradas por un circo, son atadas a un palo de madera con una cuerda. Éstas intentan escapar numerables veces sin éxito y acaban lastimadas en su pata por el rozamiento que hace la cuerda. Con el tiempo aprenden que estando atadas, no pueden escapar y deben estar siempre en ese lugar. Por ello es que, a medida que van creciendo, los criadores las mantienen sujetas con los mismos materiales para que no se vayan. En este punto, la mente del elefante se encuentra condicionada ya que cree que esa cuerda no va a dejarle huir y que le va a provocar dolor si lo intenta. Por eso nunca se escapa, se entrega a su zona de confort sin salir de ella.
La zona la creamos en base a nuestras experiencias y el dolor que nos han provocado. La mente se configura más con el dolor que con el placer que sentimos, de tal forma que siempre tendemos a hacer algo que genere menos dolor a algo que nos genere más placer. Por eso consideramos que es cierto a medias, ya que básicamente si tu mente está configurada de una forma, no puedes romper la cuerda que te ata al poste por mucho que te hagan creer que puedes.
Imaginen que el elefante es hembra, madre, y se produce un incendio en la tienda en la que está atada tanto ella como su cría. ¿Creen que se quedará mirando cómo su cría es envuelta en las llamas, o romperá la cuerda para hacer todo lo posible para salvarla?
Es así como funcionamos. Nuestra zona de confort es configurable. No existe una zona en la que estemos cómodos, simplemente se trata de una zona en la que el dolor que tenemos actualmente es menor al dolor que podríamos experimentar. Si nuestro dolor aumenta, actuamos para remediarlo, sino no.
Por lo tanto debemos de ver nuestra zona de confort como aquella en la que su frontera son nuestros límites y dolores. Ya que más allá de esa frontera, consideramos que estamos en una situación peor y que nos va a generar más problemas. Es por eso que nunca vamos a trabajar fuera de nuestra zona de confort, en una zona incómoda como se suele decir. Ya que nunca vamos a realizar algo que nos genere más dolor del actual o, por lo menos, no lo mantendremos en el tiempo.
Cómo romper la frontera de la actual zona de confort
Para poder romper las fronteras de nuestra mente, debemos de saber cuáles son esas fronteras, es decir, qué nos provoca dolor y qué placer. Si sabemos qué es, siempre podemos redefinir aquello que nos limita para reducir su carga negativa, o redefinir aquello que nos potencia para aumentar la motivación que nos da. Este efecto se denomina hacer palanca, como se verá en temas posteriores de una forma más completa.
Debemos de estar en todo momento conscientes de estas fronteras, ya que nuestra mente siempre las va a tener. Si creemos que no es así, lo más probable es que tomemos acciones desmesuradas con nuestra capacidad o recursos.
Resumiendo sacamos que:
1- No existe una zona de confort y una zona fuera de ésta. Se trata de la misma, simplemente hemos expandido las fronteras que nos limitaban.
2- Cuanto más conscientes seamos de lo que nos limita, más fácil lo tendremos para eliminarlo y ampliar la zona.
3- Siempre vamos a tener límites, por eso debemos de ser conscientes siempre de ellos, aunque sean límites lejanos.
¿Y tú? ¿sabes cuáles son tus límites?
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